24 junio

Tabulé de champiñones

El «trotamundos culinario» es aquel que improvisa, no compra comida chatarra, ni enlatada, ni empaquetada o lista para introducir en el microondas. Con poca cosa, prepara un plato sabroso. Y con ingredientes siempre frescos y naturales. Esa es la regla de oro.

Pues decía que este tipo de personas guarda más de un truco en los bolsillos de su mantel. Uno de ellos es dar utilidad atípica a ciertos instrumentos que han sido fabricados para otros menesteres.

En este caso, me refiero a la trituradora manual o de cuerda. Con ella trituramos todo tipo de hortalizas, hojas verdes o frutas. Pues bien, a nadie se le había ocurrido pensar que es una herramienta válida para crear cuscus, no de trigo, sino de productos como: zanahoria, remolacha, calabacín, manzana, repollo, champiñón, etc.

Conseguimos una apariencia similar a la del cuscús, pero sin granos de trigo. El sabor es también muy diferente.

Podemos inspirarnos de lo ya inventado para probar con nuevos sabores y combinaciones. Un ejemplo, el tabulé es un plato típico del Magreb a base de cuscus, tomate, aceite de oliva, pimiento verde y rojo y menta. Pues bien, sustituimos el cuscus de origen por el cuscus de champiñón, y el resultado es espectacular.

Una segunda astucia que complementa a la anterior: si hacemos cuscus de zanahoria o de repollo, el grano nos queda demasiado duro. Solución: Entre 12 y 24 h en remojo con rejuvelac (agua fermentada). Esto también lo aplico para hacer ensalada dulce de manzana (con zanahoria rallada, pasas, plátano, 2 C de aceite y 2 C de cacao), y con ello consigo que la manzana quede mucho más tierna, apta como ingrediente de ensalada.

17 junio

Autonomía alimentaria

Adquirir autonomía alimentaria puede ser uno de los objetivos principales, en vista de lo disparados que están los precios últimamente. Pero no se trata de adquirir, necesariamente, un cien por cien de autonomía. Con tan sólo un 5% logrado realizaríamos un ahorro monetario del 5%. Nada mal para empezar. Los porcentajes no harían sino aumentar conforme ganásemos experiencia.

Para los que viven en ciudad, dentro de un piso que a lo mejor ni siquiera posee balcón, ¿está vedado este objetivo? ¿Acaso no existen «autónomos alimentarios» urbanos? La respuesta es que algunos se aproximan al 100% de autonomía.

Yo me considero uno de esos aspirantes, y he cometido algunos errores, fáciles en el fondo de evitar, que podrían servir de aviso para navegantes.

Helos aquí:

  1. Con los brotes se pueden reemplazar las ensaladas del supermercado. El fallo estuvo en que escogí una tierra que facilitó la proliferación de mosquitos y otros insectos incordiantes. A fin de evitarla: tierra esterilizada de bolsa y espray de hechura casera (un litro de agua, 1 c de lavavajillas y c.m. de vinagre) sobre las plantas afectadas.
  2. Plantas que sirven de especias: orégano, tomillo, perejil, romero… Comprar mejor las semillas y esperar a que se cumpla el proceso de desarrollo. Esto nos ahorraría el riesgo de sufrir un ataque de pulgones.
  3. Realización casera de yogures, quesos (a partir de semillas) y croquetas de garbanzos. Cuidado con la aparición de hongos durante el secado. Se puede utilizar un deshidratador para suprimir este riesgo. La ventilación ha de ser idónea. Yo aconsejo que reciban los alimentos el sol directamente, si éste no es demasiado fuerte, pues podría matar a los benéficos lactobacilos, responsables de la fermentación.

Opino que estoy logrando un 40% de autonomía. El agua, por supuesto, la filtro yo mismo. Mejor aún si es destilada con una máquina especial para ello.