09 septiembre

19. Adiós a los antojos

06 de septiembre

Los antojos desaparecen; ahora me vienen a la mente como si se tratasen de recuerdos lejanos, vivencias del ayer. Las clases a los muchachos prosperan. Por el contrario, mi cuñada, a quien debía vigilar su dieta, parece que se haya desinteresado del asunto. Ayer por la noche llovió bastante.

Desayuno: un plátano y dos manzanas.

Almuerzo: uvas, plátano, anacardos.

Comida: ensalada de zanahoria r., cebolla, pimiento, chucrú, nueces, pepino, tomate, vinagre y aceite.

Merienda: anacardos, plátano, ciruelas.

Cena: ensalada de zanahoria r., cebolla, pimiento, tomate, chucrú, nueces, pepino, aguacate, vinagre y aceite.

07 de septiembre

Sorprende cómo cambia la visión de los alimentos. Ahora las frutas en general me despiertan las mismas sensaciones glotonas que cuando contemplaba pasteles, bollos o empanadas. Y cuando pienso en comida, ya no me acuerdo de la merluza acompañada de patatas fritas, sino de una buena ensalada verde, donde no faltan los ingredientes habituales.

Desayuno: dos plátanos.

Almuerzo: dos manzanas.

Comida: ensalada de lechuga, zanahoria r., chucrú, calabacín en tiras finas y cortas, cebolla, tomate, nueces, pasas, vinagre y aceite.

Merienda: uvas, almendras.

Cena: tres manzanas.

08 de septiembre

Cuando cumpla dos meses con esta dieta, es decir, el 22 de septiembre, mi diario pasará a ser un compendio semanal, en vez de contar día por día. Esto lo hago para evitar repeticiones, puesto que he logrado que se instale una rutina gastronómica, conforme al objetivo inicial.

Desayuno: dos plátanos.

Almuerzo: almendras, dos manzanas.

Comida: ensalada de lechuga, tomate, calabacín, zanahoria r., cebolla, chucrú, nueces, pasas, vinagre y aceite.

Merienda: naranja, almendras.

Cena: dos manzanas.

2 comentarios:

  1. Recuerdo que durante los años que fui vegetariano la mera contemplación de carne me causaba arcadas. En cambio, las verduras y las frutas me resultaban muy apetitosas. Hay un componente psicológico importante, pero el organismo también es sabio y sabe regularse, suscitando antojos que le aporten los nutrientes que necesita. Por eso es clave saber escucharse a uno mismo.

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  2. Mi esposa come de todo y de vez en cuando prepara carne, esto lo soporto estoicamente; a veces soy yo quien le prepara la tortilla francesa o española. Me encanta el olor de los huevos en una tortilla. El olor de la carne no me repugna, pero tampoco me agrada. No sé cuánto tiempo habrá pasado, pero estimo que ya van seis años desde que no pruebo la carne; en cambio, del pescado no puedo decir lo mismo.

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