08 diciembre

El sueño de la garrapata

Este sueño ha sido nítido, con final feliz y la satisfacción de que haya quedado grabado en mi memoria.

Por casualidad, descubro un animal extraño sobre la mesa, apenas se mueve. Tiene el cuerpo aplanado, dividido en dos partes redondas con tres pares de patas en cada una. Distingo perfectamente los ojos y las mandíbulas. Diríase un animal de dos cabezas unidas por un estrecho tronco, con finas y cortas patas. Su color es dorado, semeja dos monedas de oro de las antiguas.

Al instante aparece mi ángel de la guarda bajo la forma de una mujer que me introdujo, hace bastantes años de esto, en el mundo de la cocina vegetariana y la meditación. Me dice que es una «garrapata espiritual», perteneciente a la esfera onírica. Se trata de un parásito que se nutre de mi necesidad de realizar compras inútiles (plásticos, cacharros que terminan acumulando polvo en un rincón). Debo matarlo si quiero impedir que siga haciéndome daño. Para ello me ofrece una piedra plana de río. Y yo, sin dudarlo un instante, aplasto con ella las dos cabezas del insecto imaginario.

Deduzco de este sueño que toda enfermedad imita la forma de una muela: sólo vemos una parte, mientras que la raíz permanece oculta. Así, la parte espiritual de la enfermedad es la que debe ser suprimida; de lo contrario, volverán a surgir los síntomas al cabo de un tiempo.

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